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viernes, noviembre 17, 2006

Sombrías perspectivas por El TLC-Causa

Sombrías perspectivas por El TLC-Causa


Alfonso Bauer Paiz

semanariotinamit@mac.com

11/16/2006
En un ensayo de Dennos Small y Ronald Moncayo, denominado: “México: el ´libre mercado´ significa una muerte cara”, publicado en EIR ECONOMÍA (1ª. Quincena de febrero del 2003), entre otros comentarios interesantísimos, se publican cuadros estadísticos que demuestran los desastrosos resultados que para la agricultura mexicana ha ocasionado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual entró en vigor en 1992.

Si eso ha pasado en nuestro vecino país del nor-poniente, mucho más desarrollado que Guatemala, ya podremos imaginar el calamitoso futuro que espera a la agricultura guatemalteca y a la economía nacional. En seguida, daremos a conocer resumidamente varios de los hallazgos perniciosos descubiertos, en el año 2003, de la vigencia en México del TLCAN.

Primer hallazgo. El 1 de enero del 2003, México debía reducir a cero los aranceles de importación de veinte importantes productos agropecuarios (entre ellos pollos y otras aves, las papas, los huevos, la cebada, etc.) Sólo se excluían el maíz y los frijoles, pero también sus aranceles deberían reducirse a cero, del 2003 al 2008.

Lo que ya ha ocurrido es que las gigantescas multilaterales alimentarias, como Cargill, Tyson y ADM han invadido el mercado mexicano con sus exportaciones baratas.

Segundo hallazgo. En relación con la producción de ARROZ, se presenta una gráfica, en la que se aprecia la gran reducción de la producción de arroces mexicanos. De 1980 a 1990, tuvo una reducción del 39%, de 1990 al 2001, dice, “la mortífera política del libre comercio redujo la capacidad de producción de arroz por casi dos tercios”. Ya en el 2003, la reducción ya era del 74%, y se espera que al suprimirse el arancel por completo, los productores arroceros se acabarán de arruinar.

Tercer hallazgo. En otra gráfica, se observan cifras parecidas para el caso del TRIGO. En la década de los ochenta del siglo pasado, la importación de trigo aumentó de diez a 25%; pero al entrar en vigor el TLCAN la producción cayó por más de 40%, mientras que la importación creció hasta más del 50% del consumo nacional. El cual, al igual que el del arroz, no ha disminuido desde 1980.

Cuarto hallazgo. En la siguiente gráfica, aparece que la producción mexicana de FRIJOLES también ha caído por casi 25%, y ello a pesar que en este caso las importaciones no han aumentado, pero el consumo per cápita del fríjol sí ha disminuido en más del 40%. El arancel sobre este grano desaparecerá en el 2008 y diezmará aún más la producción nacional durante el período del 2003 al 2008.

Quinto hallazgo. En la gráfica número cuatro se ofrece el cuadro del MAÍZ. Al igual que en Guatemala, el consumo de este grano para la alimentación humana es vital, desde hace milenios. Debido a que el maíz quedó exento de la eliminación perentoria del arancel, las importaciones se han mantenido (hasta el 2003) en el 25% del consumo nacional. Pero, se teme que al suprimirse el arancel en el 2008, las importaciones aumenten.

Sin embargo, es conveniente tomar en cuenta un reciente cambio de la política de exportación del maíz por parte de los productores estadounidenses. En la edición del ocho del presente mes, el diario El Periódico, publicó una noticia, relacionada con la preocupación de los avicultores y criadores porcinos guatemaltecos, consistente en que el precio del bushel de maíz estadounidense, que han estado importando para alimentar aves y cerdos ha tenido una alza del 55%, debido a que los productores de maíz en EUA en vez de seguir exportando el grano lo están vendiendo en el mercado estadounidense a industriales que están utilizando el maíz como materia prima para producir etanol. Y esto, porque en el presente año se producirán cuatro mil millones de galones de etanol y se prevé que para el 2012, serán 10 mil millones. De seguir así ese proceso, el precio de exportación del maíz subirá tanto que a nuestros países iberoamericanos, más les convendrá producirlo localmente y no importarlo. ¡Ojalá, así sea!

Sexto hallazgo, y hay más, pero para nuestro objeto de demostrar la apocalíptica ruina que producirá en la agricultura de Guatemala y en la seguridad alimentista de nuestro pueblo, la vigencia del TLC-CAUSA, nos basta con los hallazgos comentados.

Este, es el siguiente, y así lo exponen los autores del ensayo que nos ha servido de base para escribir este artículo: “Como resultado de estos nueve años de vigencia del TLCAN, el sector agrícola de la economía mexicana ha perdido de 1.78 millones de empleos, según cifras oficiales. El empleo típicamente hallado por todos esos desplazados ha sido en condiciones de trabajo esclavo en las maquiladoras (…), y en actividades marginales de la “economía informal”, en las ciudades; otros se han sumado a las crecientes filas de los desempleados o han emigrado a los Estados Unidos”. En Guatemala, ya está ocurriendo lo mismo, y seguirá peor, porque también se incrementan las bandas de mareros y del crimen organizado.

Alfonso Bauer Paiz
semanariotinamit@mac.com


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martes, noviembre 14, 2006

Aprender a situarse


Aprender a situarse
Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net

Carácter y acierto en el vivir:100 relatos y reflexiones sobre la mejora personal
Alfonso Aguiló
Esa torpeza se puede mejorar concretando en la convivencia diaria
Ponerse en lugar del otro

Considerar las circunstancias de ambiente
Hay personas cuya torpeza en sus relaciones humanas proviene, simplemente, de haber recibido una escasa educación en todo lo referente a las normas de comportamiento social. Cuando advierten esas carencias, puede invadirles un considerable miedo a no saber manejarse con soltura o a cometer errores que les parecen extraordinariamente ridículos.

¿Y no será que esas personas son por naturaleza más torpes para aprender las normas de buena convivencia, aunque se las hayan enseñado?

Muchas veces serán las dos cosas, y se potenciarán la una a la otra. La falta innata de habilidades sociales suele generar una cierta ansiedad en quien la padece, al advertir su propia torpeza, y eso dificulta su capacidad de aprender. En cualquier caso, la única solución asequible es esforzarse por cultivar cuestiones básicas para la buena convivencia diaria. Por ejemplo, aprender a:

iniciar o mantener con soltura una conversación circunstancial, para no ser de esos que a las dos palabras tienen que despedirse con cualquier pretexto, porque apenas tienen conversación y no saben qué más decir.

mostrar interés por lo que nos dicen, y hablar sin apartar la mirada;

saber decir que no, o dar por terminada una conversación o una llamada telefónica que se alarga demasiado;

darse cuenta de que el interlocutor lleva tiempo emitiendo discretas señales de su deseo de cambiar de tema, o de terminar la conversación o la visita;

no invadir el espacio personal de los demás (no acercarse físicamente demasiado al hablar; no entrar en temas o lugares que requieren andarse con mucha más prudencia y respeto; evitar preguntas molestas o inoportunas; etc.);

no emplear tono paternalista, o de reconvención inoportuna, de hostilidad o de superioridad (todos ellos despiertan incomodidad o actitud de defensa en el interlocutor);

pedir perdón cuando sea necesario, dar las gracias, pedir las cosas por favor, etc. (es más importante de lo que parece).
Se trata de reconocer los mensajes emocionales que emiten los demás, y también de acertar en los que emitimos nosotros. Ambas sensibilidades suelen estar muy relacionadas, y ambas son muy importantes. A veces, por ejemplo, una simple expresión facial inoportuna o desafortunada, o un comentario o un tono de voz que se interprete de forma negativa, pueden hacer que los demás reaccionen de forma distinta a lo que esperábamos, y nos sentiremos frustrados ante esos efectos indeseados de nuestro comportamiento. Por eso resulta decisivo aprender a situarse en relación a cada persona, sabiendo que cada uno puede tener una forma de ser muy distinta a la nuestra.
No basta con tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, hay que tratarles como querríamos que nos trataran si fuéramos como ellos.

Un ejemplo es lo que sucede con la idiosincrasia de cada país o región, o con el estilo propio de cada ambiente social o tipo de personas. Hay modos de decir o de tratarse que en un lugar pueden resultar muy normales, pero en otros resultan chocantes. En unos ambientes, por
ejemplo, es habitual tratarse enseguida con mucha confianza, pero en otros lo normal es ir más despacio; y lo que en unos sitios puede ser una muestra de franqueza, en otros puede parecer agresivo o provocador.

También hay que tener presente que la gente de determinados ambientes o lugares suele ser más sensible, y tratarse entre sí con mucha delicadeza, empleando un tono más apacible, y diciéndose las cosas de modo menos directo. Si alguien ajeno no actúa así, aparecerá ante ellos
como una persona seca y cortante. En cambio, en otras circunstancias, esa actitud resultaría extraña, o podría interpretarse incluso como de falta de confianza o de carácter.

Es de vital importancia hacerse cargo de cómo es y cómo está quien tenemos delante.
NOVEDADES FLUVIUM

Amor y enamoramiento


Amor y enamoramiento

Alfredo Ortega-Trillo
La Cruz de California

El verdadero rostro del amor
Tomás Melendo

"Patología" del corazón
El amor y el enamoramiento a menudo se nos confunden. La única definición que tenemos del amor es una tautología contundente y rotunda: "Dios es amor". Fuera de ella, sólo podemos hablar del amor por sus efectos: el sacrificio de los "hombres topo" en el terremoto de México,
la madre que se quita el pan de la boca para dárselo al hijo, el héroe de Nacozari que estalló el tren fuera del pueblo, la anciana que cuida del marido desahuciado en un hospital.

Del enamoramiento, en cambio, podríamos construir un tratado con rigor clínico. El enamoramiento es una patología del corazón bien conocida, que embota los sentidos y hace perder el apetito y el sueño, entre otros trastornos. Se conoce su etiología en hombres y mujeres y hasta la forma en que pega según los cuatro temperamentos aristotélicos y sus 12 combinaciones. Pero lo más extraño de esta enfermedad que aqueja al 62.7% de la población mundial es su condición siniestra de apoderarse de la voluntad del enfermo quien, a diferencia del agripado que estornuda y se cubre la boca con un pañuelo por consideración a los demás o
por mera urbanidad, insiste en contagiar a la persona amada. Pero aquí viene perfectamente al calce el lugar común de la sabiduría de la naturaleza, la que se vale de un misterioso mecanismo de defensa para impedir que la mayoría de los enamorados contagien a los objetos de su enamoramiento, algo que nunca comprendieron quienes ya se han pegado un tiro al no ser correspondidos.

Una notable diferencia. Si los medios de comunicación tienen la culpa de casi todos los males que afligen al mundo, no es ocioso endilgarles también la culpa de esta confusión que existe entre enamoramiento y amor. Todos los días nos bombardean con canciones, programas y películas de amores equivocados, de cosas que no son amor sino deseo, necesidad, necedad y tequieros tequileros. En el enamoramiento, cuando el amante dice al amado "te quiero", es que está borracho de su propio sentimiento y en el fondo sólo se está amando a sí mismo, usando el puente del otro. Decir "te quiero" es cosificar a la otra persona y hacerla propiedad; decir "te quiero" equivale a decir "te necesito", "me agarro a ti porque llenas mi vacío, mi necesidad y apego". ¿No es esto en el fondo egoísmo y engaño?

Confundidos bajo el hechizo del enamoramiento que nos impele a buscar la felicidad en otra persona es fácil equivocarnos. La felicidad y el amor no son cosas que nadie nos pueda dar. Son bienes, como la fe en Dios, que sólo pueden nacer y crecer dentro de nosotros.

Pero la naturaleza del amor es salir y no quedarse dentro del que ama. Si en el enamoramiento el enamorado espera recibir la felicidad de otra persona; en el amor la dirección lleva sentido contrario.
Cuando se ama verdaderamente el amante sólo desea salir de sí y dar su amor a la persona amada sin esperar nada a cambio.
NOVEDADES FLUVIUM

Y ella sufría las consecuencias



La fuerza del perdón

Liliana Esmenjaud
Mujer Nueva

Los cuatro amores
C. S. Lewis

Y ella sufría las consecuencias
Hace unos años conocí a una mujer que había sido engañada por su marido. Ella se dio cuenta sin que él lo imaginara. Al inicio se sintió muy dolida y humillada, y un tanto confundida. No podía creer que todo su proyecto de vida se viniera abajo en un segundo por la infidelidad de su esposo. Su familia, sus hijos, ¿qué pasaría con todo? Ella, al casarse había dado su sí para siempre, y ahora se le presentaba esa situación que no la dejaba en paz. No se sintió con fuerzas para enfrentar a su esposo en un inicio. Dejó de dormir, y hasta de comer. Su relación con sus hijos también se vio afectada. Ya no tenía ilusión por nada. Era más bien el coraje y hasta un cierto odio el que empezaba a surgir en su interior. Se podía decir que estaba empezando a caer en depresión.
Pasaron unas semanas y empezó a notar el gran daño que esta situación le estaba causando. No sabía desde cuándo había iniciado la infidelidad.
Veía a su esposo cada día y no podía menos que preguntarse el porqué. Él le había fallado. No había sido fiel a su promesa, y sin embargo, la que estaba sufriendo las consecuencias era ella. Si tan sólo no se hubiera enterado, podría vivir como hasta ahora, en la ingenua mentira de pensarse amada, pero no, lo sabía. No sabía qué hacer.

Un buen día, en medio de estos sentimientos negativos, se dio cuenta de que se estaba destruyendo a sí misma sin hacer nada para mejorar su situación. No había terminado su relación con su esposo, pero tampoco la había mejorado, de hecho, empeoraba, y a los ojos de los demás, ahora era ella la culpable con su alejamiento y su falta de ganas por vivir. Sus hijos también empezaban a sufrir las consecuencias. Se encontró ante la necesidad de hacer algo.

Había que construir el futuro. Decidió primeramente no hablar de esto con sus hijos. La ignorancia servía de defensa contra los efectos del odio y la decepción que la estaban carcomiendo a ella por dentro.
Se dio cuenta que mientras continuara con estos dos sentimientos, no lograría nada constructivo en su vida. Ya fuera que se quedara con su marido o que lo abandonara pagándole con la misma moneda, mientras el rencor estuviera en su interior, no encontraría la paz anhelada. Era cuestión de supervivencia, lo primero que necesitaba era encontrar, a como diera lugar, esa paz que había perdido. Pensó en vengarse, pero el simple imaginárselo le ocasionaba un mayor malestar interior. Pasó momentos muy difíciles, y no dejaba de suspirar, ¡si tan sólo su esposo no le hubiera sido infiel! ¡Cómo regresar el tiempo y borrar lo pasado!

De repente se le iluminó el panorama. Si bien, no podía cambiar el pasado, sí estaba en sus manos construir el futuro. No se resignaba a perder a su familia. Algo se podría hacer. En ese momento empezó a aceptar su situación. Era cierto, no lo podía negar. Su esposo había buscado el amor de otra mujer. Pero también lo era que ella seguía siendo la esposa. Se dio cuenta que con los años se había enfriado un poco la relación, sin haber puesto un remedio. ¡Si tan sólo hubiera actuado a tiempo! Pero ya de nada servía el lamentarse. ¿Qué pasaría si ponía la
solución ahora? ¿Si intentaba reconquistarlo? En un momento determinado se decidió a hacerlo.

Lo que parecía increíble. Requirió mucha valentía, primeramente para perdonarlo. Pero ese perdón le hizo más bien a ella que a él. Ya no podía seguir viviendo con el rencor y el odio dentro de sí. El perdón le regresó la paz interior que tanto anhelaba y necesitaba. Después empezó a ganarse nuevamente a su marido, siendo especialmente solícita con él. Poco a poco, él se fue volviendo cada vez más cercano y cariñoso, como en los primeros años, hasta que dejó por completo a la otra mujer.

Entonces, fue cuando ella decidió hablar sobre el asunto. El susto que se llevó él cuando se enteró que ella había estado al tanto de su aventura. Inmediatamente le pidió perdón. No podía creer la suerte que había tenido para no haber sido abandonado por ella. Gracias a su esposa seguía teniendo una hermosa familia, y se encontraba ahora cada día más enamorado de ella. El intuir el sufrimiento y el sacrificio por el que tuvo que pasar ella para sacar adelante su relación, le hizo valorarla y admirarla todavía más.

Puestas las cartas sobre la mesa, ella comentó que ella había cumplido con su parte, pero que él no. Ahora le correspondía a él reparar y reconquistarla de nuevo. Él se dedicó a ganarse de nuevo su amor y su confianza. Y hoy son una pareja envidiable. Sus hijos y sus amigos
nunca se enteraron de esto, pensando que siempre habían sido una pareja modelo.

El perdón imprescindible y suficiente. No cabe duda de que este tipo de historias no siempre terminan con un final feliz, como en este caso. Esto se debió a la heroicidad de una mujer que supo darse su lugar y luchar por su esposo y por su familia. Platicando con ella, se puede ver que la capacidad que tuvo para perdonar a su marido fue la clave para salir adelante. Si no lo hubiera hecho, se habría destruido internamente a sí misma y a sus hijos. Fue precisamente el perdón lo que la ayudó a aceptar una situación extremadamente dolorosa, para buscar una solución viable. Esto le dio fuerza para luchar y para conseguir su objetivo.

En cada historia personal encontramos siempre momentos de grande sufrimiento ocasionado muchas veces por quienes más queremos. Esas heridas pueden infectarse generando una serie de rencores y resentimientos que sólo causan mayor daño a la persona. La única medicina capaz de curar y prevenir esa gangrena interior es el perdón. Un perdón que no es
señal de debilidad sino de fortaleza. Que no es resignación, sino aceptación de una realidad para poder superarla. Un perdón que es el único remedio para mantener sanos la mente y el corazón.

Muchas veces no está en nuestras manos el evitar que se nos hiera. Pero sí lo está el dejar que esa herida nos amargue la vida entera o perdonar y seguir adelante.

NOVEDADES FLUVIUM


domingo, noviembre 12, 2006

Berger opuesto a salario por decreto


Berger opuesto a salario por decreto
Mandatario insta a negociar por productividad
Por: Francisco González Arrecis


El presidente Óscar Berger solicitó a José Ángel López (Der.), presidente de Anacafé, presentar una propuesta que permita que este año el aumento al salario no sea por decreto. (Foto PL: Jorge Castillo).
El presidente Óscar Berger dejó claro ayer que no tiene intención de incrementar el salario mínimo por decreto, y se mostró anuente para que sea definido por productividad.

El gobernante habló al respecto en el marco de la presentación de Acatenango, Chimaltenango, como la octava región cafetalera del país.

“No voy a poner un salario mínimo; eso sería condenar a los trabajadores a ganar menos y que no tengan más que un pinche salario mínimo”, expresó Berger.

La postura del jefe del Ejecutivo se hizo pública en momentos en que en la Comisión Nacional del Salario (CNS), integrada por representantes de patronos y trabajadores, no se ponen de acuerdo.

Los primeros insisten en que sea definido por productividad, y los segundos exigen 50 por ciento de aumento.

Representantes del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif) han manifestado que un salario por decreto elevaría la economía informal, que se sitúa en 14 por ciento.

La Unión Sindical de Trabajadores de Guatemala ha expresado que su petición de incremento se justifica por el alza de la canasta básica y la pérdida del poder adquisitivo del quetzal.

El salario mínimo actualmente se ubica en Q42.46 diarios para el sector agrícola, y Q43.64 para el resto de actividades.

Pide propuesta

El gobernante solicitó a José Ángel López, presidente de la Asociación Nacional del Café, una propuesta para compensar el salario mínimo.

“Los trabajadores merecen buenos salarios; no hay buenas empresas sin trabajadores bien pagados”, opinó López.

La CNS tiene hasta el 24 de noviembre para llegar a un consenso; de lo contrario, una vez más decidirá el presidente.
Tomado de Prensa Libre del sábado 11 de noviembre de 2006.

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