Aventura de aventuras...
¿Te ha pasado tener un cáncer? ¿Que sea un linfoma folicular no más de poca agresividad? ¡Para decirte la verdad, los menos agresivos son los más peligrosos... He he! No por matarlo a uno en un dos por tres. En realidad esa clase de prueba se eterniza eternamente... Uno va de examen en examen, de máquina en máquina, de doctor en doctor, de expediente en expediente... Una aventura, nada menos que una aventura. Lo que merma lo más rápidamente, no son las bolitas con cáncer, si no el monedero, que se pone flaco a toda velocidad, necesitado de vitaminas urgentes. Si ni tienes monedero aguantador, olvídate de la cura del cura de locura. (¡Soy cura si no lo sabías!) . La atención en el primer hospital que me recibió era muy humana, muy acogedora, por cierto y gozo allí de un seguro social bien organizado. Tomaron chibolitas aquí que allá para verlas en el microscopio. Suerte que no me examinaron las dos que tengo permanentemente por naturaleza. ¿Que haría yo sin ellas? Me vieron en una otra máquina que te corta en tajadas virtuales. Te meten iodo y te hacen cocer durante un largo momento. Nunca había sido yo tan caliente. Rayos X, examen de sangre. De repente tu interés se va apuntando con suma atención a las famosas plaquetas y a los glóbulos blancos. Lo que nunca te había perturbado llega a ser el asunto neurálgico número uno. Se supone que conoces todo ese lenguaje técnico pronunciado en el Templo de la medicina. Parece que son ritos para iniciados, escrupulosamente seguidos y que todo llegara a depender del oráculo de un médico infalible. Dicen que son infalibles. Déjame dudarlo. Hay médicos que son sumamente estúpidos y que tienen su cartón sólo por cuello. Son los mejores colaboradores con las funerarias. Nuestra buena Iglesia Católica va perdiendo su ritual sacro con su famosa desacralización. No tengas pena: los hospitales siguen cultivando el misterio. Te quitan líquido de la columna para ver si no se trata de leucemia y haces saltos en alto mientras te hunden la aguja de vértebra en vértebra. Te preguntan cínicamente si hiciste tu examen sobre SIDA, lo que me hizo ruborizarme. ¿Yo? ¿SIDA?
Ya ves que esa doctora te cree un pícaro de primera... "Nunca se sabe, contesta la vieja esa..." En fin, no me puedo quejar: ella es una linda persona, a pesar del examen y de sus comentarios. ¡Dos químioterapias! ¡Dos! ¡El pelo que cae hasta en el caldo. Pastillas de fludara cosa. De a 530 euros las 15 pastillas, para no ver resultados. Ahora, la radioterapia para quemar las bolas que hacen bolas. Te ponen una máscara que te corta el soplo y te da nervios. Te tatúan por todos lados: ya no ser candidato a piel roja sino a piel azul.
Las simulaciones (entendés los exámenes) tardan horas cuando son muchos los lugares contaminados. Se eterniza eternamente. Al contrario, una vez que todo esté calculado, la irradiación es muy breve: unos 5 a 10 minutos. Eso durante cinco semanas de lunes a viernes... Mi testamento ya está hecho de hace mucho y empujo sobre el acelerador en las actividades diarias: hay que apurarse: "nunca se sabe..." Te cuento en la próxima como sigue la aventura...
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