Según la Biblia, ¿existe el purgatorio?......(parte 2)

¿Por qué creen los católicos?

Como se ve, mientras la Biblia menciona claramente el Cielo y el infierno, no dice ni una palabra explícita sobre un estado intermedio de purificación. Por eso los protestantes rechazan la doctrina católica del purgatorio.
Es que el hecho de que la Biblia no lo mencione, no significa que el purgatorio no tenga ningún fundamento. La Iglesia Católica se basa en la Biblia misma para enseñar su existencia. Pero no en un texto en particular, sino en dos ideas generales, que clara y repetidamente aparecen en la Biblia y que son el núcleo de este dogma.
La primera, es la convicción de que en la presencia de Dios sólo es posible entrar con absoluta pureza. Nada que tenga el menor defecto puede comparecer ante su grandiosidad. Basados en esta convicción los israelitas tenían un complicado ceremonial en el templo para que ninguna cosa impura fuera presentada ante Yahveh. Y Jesús confirma esta idea cuando dice: "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt. 5,8), y el Apocalipsis enseña que cuando al final de los tiempos aparezca la Jerusalem celestial: "nada contaminado podrá entrar en ella" (Ap.21- 27).
La segunda idea bíblica es que Dios "dará a cada uno según sus obras" en la otra vida (Rm 2,6) Ahora bien, es evidente que la muerte sorprende a los hombres en distintos grados de perfección, según como hayan usado su libertad y hayan servido al prójimo. Y los que no hayan alcanzado la plenitud en el momento de morir, no podrán tener un ingreso "inmediato" en la presencia de Dios. En consecuencia tendrán que pasar una etapa de purificación previa.

El sentido del Purgatorio

Cada uno viene a este mundo con un proyecto de Dios bajo en brazo. Y según sean nuestros actos de amor, el esfuerzo en el servicio, nuestra solidaridad, nuestra renuncia, el trabajo por el bien de los demás, se va concretando ese proyecto de Dios en un hombre real.
Pues bien, no todos los hombres explotan al máximo sus capacidades. No todos sacan de sí lo mejor que tienen para brindarse al prójimo, ni ponen en funcionamiento todas las potencialida-
des que Dios le dio, para acabar antes de morir el proyecto de amor que traían para este mundo.
Es así que muchos pueden llegar al final de sus vidas no como hombres plenamente maduros,
sino como aspirantes inacabados de ser humano. La muerte puede sorprender a una persona a medio hacerse, con muchas tareas incompletas en su vida. Y no tiene nada que ver la edad a qué fallece, pues aun cuando uno haya muerto joven, el poco tiempo que le tocó vivir pudo ser suficiente para cumplir su proyectode amor y lograr así la maduración interior.


¿Cuánto tiempo dura?

Ahora bien, ¿qué sucede cuando un hombre llega al fin de su vida y tiene aún muchas de su posibilidades intactas, sus potencias casi sin desarrollar y está a medio hacerse?. Un hombre incompleto, carente de la madurez suficiente, no puede ingresar en la presencia de Dios.
Es entonces cuando Cristo dirige una mirada llena de gracia y amor a ese hombre que va a su encuentro. Una mirada que penetra hasta lo más hondo de la existencia humana y produce el proceso - doloroso como todos los procesos de maduración- de actualizar en el hombre todas sus posiblilidades no desarrolladas hasta entonces. Esa mirada es el "lugar" que llamamos Purgatorio.
De alguna manera, al hombre le resulta doloroso encontrarse incompleto frente a Cristo. Será amargo para él deshacerse instantáneamente todo lo que fue retorciendo y enredando durante su vida con sus pecados. Con este dolor de verse defectuoso, purgará angustiosamente sus faltas. Por eso en el Purgatorio hay dolor. Pero nada tiene que ver con el supuesto "fuego en el que se quemarán las almas" de quienes allí vayan.
También hay que eliminar el concepto de la duración. Debido a que después de la muerte no existe el tiempo, el Purgatorio no puede durar meses ni años, como a veces se piensa. Es apenas un instante, un momento puntual, en el que Dios concede la última gracia al hombre de superar su egoísmo y las deficiencias de su vida. Como proceso del hombre, puede ser más o menos profundo, de acuerdo con cada uno, pero no puede durar un tiempo porque ya se está en la eternidad.